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Lamento por Guadramiro

Guadramiro , a cuya torre vemos cada día tras sus campanas una mirada mas triste, y cada golpe de campana es una lágrima, un llanto, un grito implorando ayuda, una pena que ya no puede contenerse mas, porque ve que se le va la gente, se le van sus hijos, que le abandonan y quedará solo ante el peligro, con una ermita que le mira dia a dia, una ermita que guarda a su vera las almas de quien no le abandonaron, cobijandolas bajo su ala izquierda para que echen a volar a pedir esa ayuda que los vivos no le proporcionamos. Y sobre su espadaña posa una de las últimas moradoras de mi pueblo, la cigüeña, la que lleva la historia de nuestro pueblo reflejada en sus colores, el blanco del esplendor pasado y el negro del oscuro futuro, un animal sabio que con su pico translada el llanto de mi pueblo, la agonía bajo la cual sollozan la Ermita, la torre, la iglesia, la antigua escuela ...de todos los edificios que caen como lágrimas de una madre o una abuela que ve marchar a sus hijos y nietos y que no saben en cuanto tiempo no los volverá a ver.

Carlos Javier Salgado Fuentes

viernes, 25 de marzo de 2011

---- FIESTAS

FIESTAS DEL CORPUS

La fiesta del Corpus Christi , denominada “El Domingo la Entrega” fue durante muchos años, quizás siglos la principal fiesta de Guadramiro.
Se celebraba con gran solemnidad. Había cofradía a la que se iban sumando los nuevos mayordomos de cada año. Todos los meses se celebraba la Minerva que cada mes pertenecía a un mayordomo de los dos que se presentaban.



El Jueves de Corpus, uno de los tres jueves que relucen más que el Sol, se celebraba la fiesta del primer mayordomo; consistía en una Misa solemne y a la terminación con la custodia bajo palio la procesión por las principales calles de Guadramiro, a la vez que se volteaban y repicaban las campanas de la torre.

En la procesión iba en primer lugar la gran Cruz llevada por el Teniente de Alcalde y un monaguillo a cada lado.

En segundo lugar los niños con su estandarte formando dos filas. En tercer lugar las niñas del mismo modo que los niños. En cuarto lugar los hombres.

Entre todos estos, desfilaban los dos pendones de la Virgen del Rosario y San Sebastián.

A continuación el estandarte del Sagrado Corazón de Jesús y después los pendones de la Cofradía (delante el rojo perteneciente al primer mayordomo, y después el blanco del segundo mayordomo junto a su estandarte).

A todas estas cofradías le seguían el señor cura, con la Custodia bajo Palio y finalmente las mujeres. A esta procesión también asistía el tamborilero, la cual amenizaba con su toque de gaita y tamboril. Solía tocar un toque propio de procesión de Corpus.

La procesión salía por la calle La Iglesia, hasta llegar al Palacio. Desde aquí, siguiendo la carretera, hasta la Antanica, tomando después la calle las Peñas desde laque se dirigían a la calle la Sartén, seguida de la del Pozo. Pasaba por el Moral hasta volver de nuevo al Palacio, donde giraba por la calle Enrollada para finalmente llegar a la Iglesia.

El viernes se celebraba la fiesta del segundo mayordomo, del mismo modo que el día anterior, con misa y procesión ya más corta que el día anterior ( calle Iglesia, Palacio, Toral, Plaza, llegando a la Iglesia).

La entrega de varas se celebraba el Domingo, por ello, se denominaba “Domingo la Entrega”. Esta ya era la fiesta de los mayordomos entrantes y sobretodo la fiesta pagana.




Carros colocados formando la plaza de toros.



Este domingo por la mañana, los invitados de los mayordomos entrantes se reunían para juntar los carros con los que cercarían la Plaza Mayor, lugar donde por la tarde se celebraba una gran corrida con ganado del pueblo. Una vez cercada la plaza, los mayordomos llevaban a su casa a desayunar, la llamada chanfaina, a sus invitados.

Después había misa y a la salida se celebraba la prueba que consistía en llevar ganado a la plaza para ver si alguno se podía lidiar. Generalmente se llevaba ganado al que se le había visto síntomas de bravura anteriormente por los corrales del pueblo.

Ya dentro de la plaza, se picaban un poco y se elegían a los adecuados para dicho acto. Estos se encerraban, bien en el corral propiedad hoy de Dámaso Fuentes, o en el de Vicente Galán.

Por la tarde se sacaban a la plaza en la corrida presenciada por todo el pueblo para ser toreados con mucho arte y valor entre sustos y revolcones por los mozos y casados de Guadramiro.

También solía haber algún maletilla (algo más experto en el toreo) de los que andaban por los pueblos.



Cuando faltaba poco tiempo para terminar la corrida, los mozos acompañaban al maletilla; y con una manta extendida sujeta por los cuatro extremos daban una vuelta a la plaza. La gente le echaba monedas a beneficio del maletilla, ya que era su único recurso para subsistir.

El año que no había mayordomos, eran los mozos del pueblo los que juntaban los carros y cerraban la plaza.

Una de las muchas anécdotas ocurridas se produjo el año que había terminado la Guerra Civil. Este año habían venido libres y salvos la mayoría de los mozos que estuvieron en la guerra, los cuales decidieron hacer la corrida a pesar de estar prohibidos este tipo de festejos. El alcalde no le concedió el necesario permiso. A la salida de Misa, los hombres mujeres y niños fueron a la bendición de campos y mientras tanto los mozos se quedaron y empezaron a juntar los carros. Cuando volvió la gente ya estaba cerrada la plaza.

El Sr. Alcalde, por verse libre de responsabilidades se ausento del pueblo.








El Teniente de Alcalde, aunque el Alcalde no había delegado en él ninguna función sobre este o cualquier acto, se tomó la autoridad por su mano y avisó a la Guardia Civil. Éstos llamaron a los mozos al Ayuntamiento de Guadramiro; y al ser interrogados los mozos manifestaron su deseo de vivir este día de fiesta después de haber estado tres años al alcance de las balas y sin poder divertirse. Los guardias comprendiendo la situación, y después de de un buen entendimiento dejaron que se celebrara la fiesta, la cual se desarrolló en una buena armonía.