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Lamento por Guadramiro

Guadramiro , a cuya torre vemos cada día tras sus campanas una mirada mas triste, y cada golpe de campana es una lágrima, un llanto, un grito implorando ayuda, una pena que ya no puede contenerse mas, porque ve que se le va la gente, se le van sus hijos, que le abandonan y quedará solo ante el peligro, con una ermita que le mira dia a dia, una ermita que guarda a su vera las almas de quien no le abandonaron, cobijandolas bajo su ala izquierda para que echen a volar a pedir esa ayuda que los vivos no le proporcionamos. Y sobre su espadaña posa una de las últimas moradoras de mi pueblo, la cigüeña, la que lleva la historia de nuestro pueblo reflejada en sus colores, el blanco del esplendor pasado y el negro del oscuro futuro, un animal sabio que con su pico translada el llanto de mi pueblo, la agonía bajo la cual sollozan la Ermita, la torre, la iglesia, la antigua escuela ...de todos los edificios que caen como lágrimas de una madre o una abuela que ve marchar a sus hijos y nietos y que no saben en cuanto tiempo no los volverá a ver.

Carlos Javier Salgado Fuentes

domingo, 20 de febrero de 2011

---- NUESTRO ÁLAMO CENTENARIO

NUESTRO ÁLAMO CENTENARIO”









Los árboles se encuentran entre los seres vivos más longevos. Hay datos de árboles con cinco mil años, como es el caso del “Pinus longaeva” en California.

En Europa ,los árboles más viejos de los que se sabe con certeza su edad son tres alerces situados en el Tirol italiano con 2085 años.

En España existen árboles milenarios , entre los que se cuenta algún olivo que parece ser que fue plantado por los romanos, aunque son pocos los árboles datados y pueden existir sorpresas .



En Guadramiro, el álamo de la iglesia, como así es conocido, sino es el más viejo, es uno de los que más. Su edad puede estar comprendida entre los 400 y 500 años, es decir, tiene más de cuatro siglos de antigüedad. En el libro de historia de Guadramiro ya se hace referencia al situar ciertas casas de los marqueses en el siglo XV, especificando que una estaba junto al álamo de la iglesia.



Además su tronco alcanza el metro y medio de diámetro.

Ha sido uno de los símbolos de los guadramirenses, ejemplo de ello, es que, nuestra revista local ,que cumple ya veinte años, lleve su nombre.



Álamo que, antes de que le entrase la enfermedad de estos árboles, imponía al visitante y al propio vecino de Guadramiro. Con su fuerza y entereza llegó a retar en altura a la propia torre; levantándose por encima de cualquier tejado del pueblo.



Su fuerte sabia y sus altas ramas hacían que su poda fuera imprescindible cada cierto tiempo. Los mayores recuerdan que la mucha leña que producía se vendía y subastaba entre los vecinos.



Este centenario ha visto a muchos recién nacidos acercarse por primera vez a la iglesia, pero también ha visto dar el último adiós a multitud de personas.

Fruto del gran pasado de Guadramiro, ha sido testigo de enlaces matrimoniales, fiestas, procesiones, ofrectorios, reuniones de mozos y gente en torno al bar; en definitiva, de multitud de encuentros, aportando su sombra cuando era necesario.



Ha visto como los hijos de Guadramiro corrían a sus anchas por su entorno y entre sus brazos, sirviendo de diversión y juego, pues la oquedad de su tronco permite esconderse dentro. ¡Cuantos fueron los que picados por esa curiosidad se adentraron en esta autentica fábrica de oxigeno, el cual nos permite respirar a muchos seres vivos, generalmente mucho más ruidosos, más pretenciosos y más breves!



Conviene recordar que los árboles centenarios sobreviven a los cambios del clima, al frío y a la sequía, cuando todos los árboles jóvenes sucumben. Vienen a ser, en definitiva, los padres de la mayoría de los árboles. Pero como todo ser vivo, están expuestos a enfermedades como la que sufre nuestro abuelo álamo, la cual soporta como puede; intentando brindarnos con su compañía hasta que no pueda más.



Desde aquí, queremos rendirle el mejor homenaje, deseando verlo durante muchísimos años más.


A.CALDERON y C.J. SALGADO